El rostro



Quiso correr.

Pero ya era tarde.

La niebla le envolvía, y en su espesura, le era imposible avanzar.

Se resigno, no quería que todo terminara allí, pero afronto con valentía el miedo.

Solo fue un segundo.

Solo tuvo tiempo de verle la cara por un instante.

Despertó.

-Estoy vivo?

Le ardía la cara.

Se asomo a la pequeña fuente, y le horrorizo lo que veía.

Ya no era su cara.

No estaba muerto.

Pero tampoco vivo.

Y desde entonces, vaga por aquel lugar, tapando su cara, aquella cara que vio solo un instante.

Y espera.

Espera que alguien pase, para cubrirlo con la niebla, y hacer de su rostro, el suyo propio.